miércoles, 10 de abril de 2013

Entrevista en Melancólica Silvania

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Marta María López (Riberas, Asturias, 1975) es licenciada en Filología Hispánica por la Universidad de Oviedo y en la actualidad se dedica a la docencia.  Ha participado en publicaciones de carácter filológico (Bibliografía en resúmenes de la literatura española, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Oviedo) y  en revistas literarias (Narrativas, Ping Pong, Pretexto) donde aparecen tanto relatos y poemas suyos como reseñas literarias. Obtuvo el Premio Carreño Miranda de Poesía (1992) y el Premio de Relato mínimo Diomedea (2009). Desde hace varios años mantiene el blog www.eldesvandeloslibros.net


En primer lugar, Marta, quería darte la enhorabuena por este libro que acabas de publicar. Te sigo desde hace años, cuando colgabas microrrelatos preciosos en un blog que tienes bastante abandonado y que, acabo de comprobar cuando preparaba esta entrevista, ha sufrido unos duros recortes.

Imagino que te refieres a Relataria (www.relataria.blogspot.com). He tenido varios blogs en los últimos seis o siete años, pero imagino que te refieres a ese. La verdad es que sí, Relataria lleva mucho tiempo abandonado y eliminé de él los microrrelatos que no me gustaban del todo. Los pocos que han quedado son lo que deben estar.


¿Qué se va a encontrar el lector cuando compre Lugares que nos habitan?

Un conjunto de relatos fantásticos y, a ratos, surrealistas con dos cosas en común: la temática (todos ellos tratan sobre las relaciones conflictivas entre las personas, bien sean parejas, familias o vecinos) y la idea de los espacios como metáfora de lo que les ocurre a los personajes, de ahí el título.

Quizás mi relato favorito del libro sea La señora Devereaux. ¿Cómo puede toda la familia, excepto la hija, creer que esa mujer desconocida es su esposa y madre? ¿El hotel en el que transcurre la acción es el infierno, el purgatorio?

Cuando alguien nos conoce bien, nota los cambios en nuestro estado de ánimo, se da cuenta de si nos pasa algo porque no nos ve como siempre, pero cuando alguien no te conoce o no le importas demasiado, no se entera de nada.
Ese hotel en el que transcurre la acción es simplemente un hotel. Extraño, sí, pero un hotel. Quería que la familia viviese en un lugar que supuestamente es de paso, que ellos hicieran de algo temporal su hogar. He tratado de que el ambiente muestre sensación de ahogo, de hecho hay muchas alusiones al fondo del mar y a la muerte. Es una familia que se hunde, algo tan simple como eso: la ruptura de una familia. Sólo la hija es consciente de lo que está pasando.

En el relato Voces con el que se abre el libro, ¿hay una crítica encubierta al Comunismo?

Eres la segunda persona que me lo pregunta. La respuesta es no. Y no es que no haya cosas criticables del Comunismo, es que antes de criticar el Comunismo criticaría el sistema que está destruyendo el mundo, este Capitalismo atroz que acaba con todo.
Cuando escribí el relato pensé en los nazis entrando en Polonia, en la ley del silencio que, por miedo, imperaba allí en aquella época. La pareja protagonista no quiere escuchar sus propios pensamientos porque les están avisando de que algo va mal. Les ocurre como al avestruz, que esconde la cabeza en un agujero porque cree que si no ve a la manada de elefantes que se le acerca, esa manada de elefantes desaparece.
Es cierto que la descripción del edificio y el apartamento en el que transcurre la historia recuerda a los países comunistas, pero se basa en una realidad: en los edificios que aún hoy hay en Praga y que fueron construidos a la época estalinista. Hay una mezcla de épocas en el relato: la Praga anterior a la caía del Muro y la Polonia ocupada por los nazis en un mismo plano temporal y espacial.

¿Es la felicidad absoluta tan dañina como dejas entrever en los relatos Desapariciones Un poco de intimidad?

La felicidad absoluta no solo es imposible (afortunadamente), sino que sería el camino más rápido a la imbecilidad y al aburrimiento. No hay nadie más autocomplaciente que una persona totalmente feliz. Piensa en lo que ocurre durante los primeros meses de una relación, cuando nos enamoramos, o cuando acabamos de tener un hijo. Nos importa todo un bledo, nosotros a lo nuestro. Qué más da que Corea amenace encubiertamente a EE.UU. y pueda salpicarnos la sangre, qué importa si medio planeta se muere de hambre,… Nada importa.
Si existiese la felicidad absoluta, esa gente feliz perdería la capacidad de desear, la capacidad de sorprenderse, de luchar, de cabrearse y de exigir cambios en el mundo, serían como autómatas que no lograrían valorar esa felicidad porque no conocen la ausencia de ella. Al fin y al cabo, es la ley de los contrarios: la luz y la oscuridad, el bien y el mal, la felicidad y la infelicidad. Valoramos una en contraposición con la otra.
Por otro lado, las parejas de ambos relatos no poseen la felicidad absoluta: la pareja de Un poco de intimidad cree que la posee y se vuelven paranoicos. El chico de Desapariciones cree que si no hay problemas, la relación será perfecta, pero todos sabemos que el éxito o fracaso de una relación es algo mucho más complicado que eso.

El relato Monstruo me resultó tremendo. Que ese grupo de personas tan raras se hubiera juntado en un mismo edificio y tomara la decisión de unirse en contra de un vecino… ¿Qué pretendías contarnos?

Pretendía  hablar de las cosas que es capaz de hacer la gente cuando se ampara en la multitud o en el grupo. Somos capaces de lo mejor y de lo peor cuando nos unimos, pero me interesó más centrarme en lo peor. Por ejemplo, hemos visto decenas de veces a multitudes esperando a un asesino a la salida de los juzgados y siempre hay alguien que dice aquello de: “Que me lo dejen a mí, que lo mato”. Te apetece preguntarle qué le diferenciaría entonces a él del asesino.
En el edificio en el que transcurre la acción, viven una serie de vecinos extraños. Todos ellos son molestados por otro vecino y creen que eso les da derecho a hacer cualquier cosa para evitar esa molestia. Se me ocurrió la idea del relato viendo Delitos y faltas de Woody Allen. En la película se nos cuenta cómo un hombre comete un delito (matar a su amante) para que no se sepa que ha cometido una falta (esta amante lo amenaza con contarle a su mujer la relación que mantienen). Hay gente así, por desgracia. Además, aquí en España somos extremadamente delicados cuando nos molestan a nosotros, pero nos importa un bledo molestar a los demás.

No sé si estaré en lo cierto, pero he creído ver reminiscencias de otros autores en algunos de tus relatos: Noviembre, por el desdoblamiento final, me recuerda a un relato de Ignacio Ferrando titulado Roger Levy y sus reflejos; Un poco de intimidad me recuerda a Como una historia de terror de Jon Bilbao, quizás por la descripción de la casa.

Conozco ambos relatos y los autores que nombras son dos de mis cuentistas favoritos, pero la verdad es que no son esas las influencias de mis relatos. No recuerdo muy bien qué me impulsó a escribir Noviembre, pero la idea de Un poco de intimidad surgió tras leer un relato de Marcelo Lillo titulado Apaga la luz. De hecho, cito unas palabras de Lillo al inicio de mi relato.

No te puedes imaginas el asco que me dio el relato Moscas. ¿En qué te inspiraste?

En algo que me ocurrió. Alquilé un piso hace unos años en el que había una habitación que los dueños utilizaban para guardar sus cosas. No estaba cerrada con llave ni nada por el estilo, pero la verdad es que desde que la casera me la había enseñado, junto al resto de la casa, yo no volví a abrirla. Para mí, no existía.
Un domingo llegué, tras pasar fuera todo el fin de semana, y escuché un ruido raro en la habitación, como un zumbido. Abrí la puerta y me encontré con que la ventana, de doble hoja, estaba llena de moscas. Entre ambos cristales, habían puesto huevos y con el calor (era junio) aquello era un hervidero. Me alegro de haber transmitido un poco del asco que sentí yo al verlo y al saber que, siendo domingo y a aquellas horas, en una lugar donde no conocía a nadie a quien le pudiera pedir un spray matamoscas, iba a tener que pasar allí la noche con semejante compañía.
Pero las moscas son también una metáfora. La mujer del relato está mudándose a una casa más grande, mejor que la anterior, pero esa casa es sólo fachada. Dentro de sus paredes habitan unas extrañas moscas que parecen moverse con inteligencia y son capaces de unirse para atacarla. Lo que significa eso ya se lo dejo al lector.

Diría que tus relatos son muy culturetas, propios de alguien que ha leído mucho y que ha reflexionado más. ¿Es así?

Me he reído al leer tu pregunta, pero me gusta que pienses eso, que conste. No sabría decirte si mis relatos son “culturetas” y en cuanto a lo de leer mucho y reflexionar más, depende de con quién me compares. No sé si has leído alguna vez el blog de Vicente Luis Mora (si no lo has hecho, te lo recomiendo). Pues bien, comparada con él, he leído poco y reflexionado menos aún, pero imagino que he leído más que la media española, lo cual no es decir mucho. En cuanto a reflexionar, bueno, suelo darle bastantes vueltas a las cosas.

¿Quiénes dirías tú que son tus mayores influencias literarias?

No tengo ni idea. No te puedo decir qué autores me influyen a la hora de escribir porque no me pongo a escribir pensando: “Voy a hacer un relato al estilo Carver”, por ejemplo. Lo que te puedo decir es el nombre de los autores que más me han enamorado como lectora. Podría citar a muchísimos, pero tampoco quiero hacer una lista interminable, me centraré en los que más releo, aquellos que siempre ruedan por encima de mi mesita de noche: Silvina Ocampo, Carmen Martín Gaite, Richard Ford, Lovecraft, Poe, Julio Cortázar, las hermanas Brontë (especialmente Emily), Kafka, Alejandra Pizarnik, Robert Walser, André Breton y Nabokov. Son autores muy distintos entre sí porque me fui enamorando de ellos en diferentes etapas de mi vida, pero han ido sobreviviendo a los cambios de gustos que he tenido.

Dime el nombre de un cuentista actual, vivo y español (o en lengua española) que sea imprescindible leer, en tu opinión.

Sin lugar a dudas, Ángel Zapata. Es un maestro.

Dime ahora un autor que, en tu opinión, esté sobrevalorado (si te quieres mojar) y otro que por fin haya comenzado a despuntar porque ya era hora de que su nombre sonara más.

Creo que está sobrevalorada Amélie Nothomb. No he leído nada de ella que me guste. Es más: me horroriza.
Y creo que por fin está recibiendo la atención que merece por parte de los medios Juan Carlos Márquez, que es un escritorazo. Cuando veo que se habla de él en las secciones culturales de los periódicos y que se reeditan algunas de sus obras pienso aquello que decía Jorge Guillén de que el mundo está bien hecho. Siempre me alegro de que a los buenos escritores se les valore.

¿Qué piensas de los talleres literarios? ¿Eres de las que crees que son necesarios o piensas que un escritor debería formarse solo?

Acabamos de nombrar en esta entrevista a tres profesores de talleres literarios: Ferrando, Zapata y Juan Carlos Márquez. Yo fui alumna de Márquez en Escuela de Escritores, donde hice varios cursos. Aprendí muchísimo y me parece una idiotez creer que un escritor debe aprender él solo a escribir. Nadie se extraña de que un bailarín o un pintor, por ejemplo, reciban clases, aunque hayan nacido dotados. Nadie espera, de hecho, que se formen solos, aunque algunos podrían hacerlo, pero desde luego no todos. Por lo mismo, un escritor puede asistir o no a estos talleres. Hacerlo no te garantiza ser genial y no hacerlo no te condena a ser malo. Ahora bien, yo recomiendo a todo el mundo que quiera escribir “en serio” asistir a un buen taller literario, elegirlo con cuidado, que el profesor no trate de imponerte un estilo sino que te ayude a depurar el tuyo. Repito que yo aprendí muchísimo en Escuela de Escritores y considero que fue un dinero muy bien empleado.
A tu pregunta de si son necesarios los talleres literarios, te diría que son necesarios los buenos. Ahora surgen talleres literarios hasta debajo de las piedras impartidos por gente de dudosa capacidad y conocimientos. Gastar dinero en eso es como tirarlo, pero pagarte unos buenos cursos en un buen taller es una inversión en ti, si de verdad quieres ser escritor.

¿Crees que han muerto los blogs en los que se hacían reseñas de libros?

Creo que tuvieron mucho éxito hace unos años y que sigue habiendo algunos muy interesantes, pero ha decaído mucho el mundo de los blogs.

¿Qué estás leyendo ahora mismo?

El libro de relatos Safaris inolvidables de Fernando Clemot y el poemario El síndrome Kalashnikov de Natalia Menéndez.

Muchas gracias por la entrevista, Marta. Te deseo mucho éxito con el libro.

Muchas gracias por haberlo leído con tanto interés y por tus preguntas.